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LOS SUSTITUTOS, LAS COLECCIONES, SUS SUPLENCIAS

 

Por María Elena Domínguez

 

Bourgeois como coleccionista de espacios y memorias[1] hace de su biografía y recuerdos la arquitectura básica con la que elabora sus trabajos. La materia prima con la que ha ensamblado, anudado, y se ha mostrado: cuerpo y escultura. He allí el modo en que se ha procurado un lugar en esa familia –por cierto, no en línea recta- pero ha logrado con su ecuación, restaurar su propio daño restaurando, una y otra vez, su propio pasado.

 

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“Mamá”. (1999)

En el exterior del Guggenheim de Bilbao

Bronce y acero

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El miedo, la ira, la desilusión y su empeño en agradar se revierten y ella ahora logra lo que se ha denominado su mayor expresión, y se exhibe, amenazante, expectante en la puerta del imponente Guggenheim de Bilbao mientras los transeúntes, salvo algunos distraídos parecieran haber huido.

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 Una vez más Louise ha manipulado el miedo con éxito, y a sus ochenta y ocho años la imponente araña de diez metros de altura con largas patas de bronce y acero –que pareciera imposible haber sido creada por ese pequeño cuerpo- ya no sólo no conserva la pesada traición femenina que reveló en sus primeras Femme-maisón sino que, además en ella Louise ha logrado combinar la aguja, el ojo de la aguja por el que ve todo lo que sucede, la fortaleza y la agresión en una majestuosa obra en cuyas concavidades aún se conservan los aspectos orgánicos que caracterizaron a sus primeras obras. Una increíble síntesis[2]. La araña ya no es peón, ya no es los ojos de la madre ya no es sólo la vida sino una obra de arte.

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Coleccionista de recuerdos de su infancia, laboriosa, frágil pero tenaz como su madre lo ha sido –esperando al padre para recuperarlo-, ha logrado librarse del peso de la palabra de su madre en su cuerpo. Y es que no sólo la atormentaba para que fuera su peón y controlara las andanzas de su padre cuando estaba con Sadie, sino que además le decía: “Louise no debes tener miedo a no encontrar tu lugar en la vida, a no tener éxito. Todo lo que debes conseguir es hacer de ti una persona indispensable”[3], tal como su madre quería serlo para su padre que siempre volvía a ella luego de sus aventuras. Sin embargo, Louise para ser exitosa no debió agradar a su padre tal como proponía su madre, sino seguir los pasos de su padre, las trazas de su padre y abandonar su Francia natal para ir en busca de aquellos objetos de los que la gente se separa en otro lado. Fue así que, en Nueva York, pudo hacer-se escultora.

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Así, en la ardua tarea de procurase un padre ha debido pasar una y otra vez por la versión de la madre sobre él, para hacer-se un nombre y anudarse père-versamente al nombre del padre tejiendo ella misma un nuevo lazo sin precisar devorarlo. Un tejido resistente al paso del tiempo, como el acero. Una aleación, combinación de la tela del tapiz y la dureza del metal, figuras coleccionadas por su padre para su madre. Objetos enigmáticos que señalan para ella un destino. Una verdadera solución sintomática, un destino posible que anuda y re-anuda cada vez que ella teje sus arañas. ¿Una armadura del (odio) amor al padre[4]?, ¿habrá conseguido ella tejer su “garrote” forjándose una nueva hystoria[5]?

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Finalmente, como dice la propia Louise: “cada día has de abandonar tu pasado o aceptarlo. Si no lo puedes aceptar, te conviertes en escultor”[6]. “Es decir, tienes que hacer algo sobre el tema. Si sientes la necesidad de no abandonar el pasado, entonces debes re-crearlo. Y eso es justo lo que yo he estado haciendo”[7].

 

 

< >BOURGEOIS, Louise (2000) Destrucción del padre/reconstrucción del padre, España, Madrid: Editorial Síntesis. < >GROSENICK, Uta (ED) (2003) Louise Bourgeois. Mujeres artistas de los siglos XX y XXI, (24-27). Italia: Taschen. < >LACAN, Jacques (1976-77): El Seminario 24: L’insu que sait de l'une bévue s'aile à mourre. Inédito. MAYAYO, Patricia (2002) Arte hoy: Louise Bourgeois, Guipúzcoa: Editorial Nerea,  

 

 

 

 

[1] Basta para ello recordar las Femme-Maison (literalmente Mujer casa) y las Cells (Celdas, instalaciones que se sitúan entre arquitectura y escultura). Allí el cuerpo femenino se hace memoria inscribiendo espacios de su niñez y del lugar asignado a la mujer socialmente. Retomaremos este tema en otro trabajo.

[2] Que como bien ha señalado Eric Laurent[2] nadie puede interpretar vía sentido, sus arañas (Spider) más que lo que la propia Louise ha hecho, haciéndolas una y otra vez. Cf. Laurent, E. (2002).

[3] Bourgeois, L. (2002), p. 62.

[4] Cf. Lacan, J. (1976-77).

[5] Ibid.

[6] Bourgeois (2000), p. 70.

[7] Op. Cit., p. 153.

 

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